La carga de trabajo de una matrona en el distrito de Kotido, en Karamoja, una zona remota del noreste de Uganda, es difícil de creer: Con sólo 18 comadronas que atienden a 9.600 madres, según los responsables sanitarios del distrito, cada comadrona atiende al menos a 533 madres al año.
Esta cifra es más del triple de la recomendada por la OMS (1 matrona/175 madres al año).
Como resultado, las comadronas están sobrecargadas, dice Phillip Oringa, MD, el Oficial de Salud del Distrito de Kotido (DHO), “lo que afecta a la calidad de los servicios prestados”.
Pero la pesada carga de trabajo no es el único problema al que se enfrentan las matronas. Durante una visita a principios de mes para examinar el estado de la sanidad y la obstetricia en Kotido y la subregión de Karamoja, me enteré de que se enfrentan a una compleja serie de problemas.
La seguridad alimentaria es uno de los retos. Karamoja está a merced de condiciones meteorológicas extremas, como la sequía prolongada, y cuando por fin llegan las lluvias, provocan inundaciones. La agricultura, a pesar de la fertilidad del suelo y de los esfuerzos del gobierno y de varias ONG, está fracasando. En respuesta, el Programa Mundial de Alimentos da raciones de comida a las mujeres embarazadas y lactantes, pero esto tiene una consecuencia imprevista: Las madres evitan los servicios de planificación familiar para poder seguir recibiendo raciones de alimentos. “(Una madre) quiere asegurarse de que, para cuando destete a un hijo, esté embarazada de nuevo, porque estar embarazada es la única forma de conseguir las raciones de comida”, explica Angella Emmanuelle, de 23 años, comadrona del Centro de Salud IV de Moroto. “Así, cuando le hables de espaciar los hijos, pensará que le estás negando la comida”. Aunque el uso de servicios modernos de planificación familiar ha aumentado desde el 0% en 2006, sigue siendo muy bajo, del 6,5% en 2016, según la Encuesta Demográfica y de Salud de Uganda.
También es preocupante que, en medio de la grave escasez de matronas, abunden los mitos y las ideas erróneas sobre la planificación familiar. Por ejemplo, Sarah Adiaka, comadrona del Centro de Salud Rupa II, en el distrito de Moroto, afirma que las madres suscriben el mito de que una madre en planificación familiar no debe acercarse a una chimenea. Así, en una zona donde las madres se ganan la vida cocinando y quemando carbón, muchas rehúyen los servicios de planificación familiar.
Unas matronas más formadas podrían ayudar a contrarrestar algunos de los mitos que rodean a la planificación familiar, así como la escasez de personal sanitario cualificado. En respuesta, el FNUAP introdujo un plan de becas en bonos para matronas, con el fin de patrocinar a mujeres jóvenes de la región para que estudiaran obstetricia. A cambio, las jóvenes se comprometen a trabajar en la zona durante al menos 3 años tras su graduación. El programa ha formado a 126 matronas desde 2010, desplegadas por los 7 distritos de la subregión. “Animamos a las madres a dar a luz en los centros de salud bajo el cuidado de asistentes cualificados, y estamos viendo resultados”, afirma Caroline Akello, de 23 años, comadrona vinculada del Centro de Salud III de Loktelabu. “Solíamos tener más de 12 casos de BBA (Nacido Antes de Llegar) al año, hoy vemos menos de 5”.
En toda la subregión, la agencia de la ONU también paga los salarios de 30 comadronas. En un intento de garantizar su sostenibilidad, el pasado mes de abril la agencia pidió al gobierno que se hiciera cargo de los salarios de ese grupo de matronas al cabo de un año. Queda por ver si el gobierno estará a la altura del desafío, pero está clara la necesidad de que apoye a estas contratadas y, de hecho, forme e incentive a más matronas para que trabajen en esta zona de difícil acceso del país.