Repensar la “necesidad insatisfecha” y la “demanda satisfecha”: Hacia un lenguaje más preciso en los indicadores de planificación familiar

Son dos de los indicadores más comunes en el campo de la planificación familiar. La “necesidad insatisfecha” y la “demanda satisfecha” son indicadores clave utilizados por gobiernos, donantes, defensores de la causa y organismos de la ONU para hacer un seguimiento de la necesidad de anticonceptivos modernos. Pero, ¿qué miden realmente? ¿Y son “necesidad” y “demanda” las palabras adecuadas?

En un comentario recién publicado en Global Health: Ciencia y Práctica, el Grupo de Trabajo de Seguimiento de Resultados y Pruebas (PME) de FP2030 sugiere que ha llegado el momento de revisar estos importantes indicadores. Desde la perspectiva de los derechos humanos y la justicia reproductiva, el Grupo de Trabajo PME insta a la comunidad de planificación familiar a acordar etiquetas más precisas para estos indicadores y, en última instancia, a trabajar para desarrollar medidas más refinadas que reflejen mejor las intenciones y preferencias de fecundidad de las personas.

En la actualidad, tanto “necesidad insatisfecha” como “demanda satisfecha” suelen malinterpretarse y utilizarse erróneamente. Las etiquetas actuales son confusas y ocultan el hecho de que lo que se mide puede no ser lo que la gente realmente necesita o desea en términos de anticoncepción.

Por ejemplo, “necesidad insatisfecha de planificación familiar”. Se define como el porcentaje de mujeres (fecundas, sexualmente activas) que no desean quedarse embarazadas pero no utilizan métodos anticonceptivos. Lo que queda fuera de la ecuación es si estas mujeres quieren utilizar métodos anticonceptivos. De hecho, aproximadamente la mitad de las mujeres clasificadas como que tienen una “necesidad insatisfecha” (porque no utilizan anticonceptivos) declaran, no obstante, que no quieren o no tienen intención de utilizar anticonceptivos en el futuro. Es una opción válida: Todo el mundo tiene derecho a utilizar o no anticonceptivos según le convenga. Pero, ¿es apropiado describir a estas personas como personas con “necesidades insatisfechas”?

La “demanda satisfecha de planificación familiar” (junto con la “demanda total de planificación familiar”) adolece de problemas similares. Considera que todas las mujeres con “necesidad insatisfecha” tienen “demanda” de anticonceptivos, incluso cuando es evidente que no es así. Además, considera que esta demanda se “satisface” con cualquier método (o con cualquier método moderno), independientemente de si el individuo está satisfecho con el método o de si dispone de una gama completa de métodos entre los que elegir. Al igual que ocurre con el indicador de “necesidades insatisfechas”, el lenguaje implica que se reflejan los deseos y preferencias de las personas, cuando en realidad no es así.

A veces estos indicadores se enmarcan en términos de anticoncepción moderna únicamente, como en el indicador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de “demanda satisfecha con métodos modernos” (Indicador 3.7.1) y los indicadores de país de FP2030 de “necesidad insatisfecha de métodos modernos” y “demanda satisfecha con métodos modernos”. La implicación es que las personas que utilizan métodos anticonceptivos tradicionales necesitan un método moderno. ¿Pero lo son? Para algunas personas, la decisión de utilizar métodos tradicionales es una elección bien meditada, totalmente acorde con sus intenciones y preferencias reproductivas.

Otra cuestión es el conjunto de usuarios o usuarios potenciales que se contabilizan. Los indicadores de “necesidad insatisfecha” y “demanda satisfecha” presuponen que todas las mujeres casadas corren riesgo de embarazo, lo cual es manifiestamente falso. Algunas mujeres casadas pueden no ser sexualmente activas, o sus parejas pueden estar lejos, y puede que sólo utilicen anticonceptivos ocasionalmente. ¿Tienen una “necesidad insatisfecha” si no corren riesgo de embarazo? ¿Qué ocurre con las mujeres que tienen motivos para utilizar métodos anticonceptivos que no están relacionados con la fertilidad, como la regulación menstrual o la prevención de una infección de transmisión sexual? ¿Nuestra medición capta correctamente sus necesidades?

Como primer paso hacia una mayor claridad y precisión, el Grupo de Trabajo PME propone cambiar las etiquetas de los indicadores existentes para reflejar mejor lo que se está midiendo. “Necesidad insatisfecha”, por ejemplo, podría retitularse “porcentaje de mujeres que quieren evitar el embarazo pero no utilizan anticonceptivos”. Para el indicador “demanda satisfecha”, un título más preciso sería “porcentaje de mujeres que utilizan métodos anticonceptivos entre las mujeres que afirman no querer quedarse embarazadas”. Se trata de sugerencias; el grupo de trabajo sobre EMP invita a debatir sobre la mejor manera de reetiquetar los indicadores.

Más allá de la cuestión lingüística, el Grupo de Trabajo PME hace un llamamiento a la comunidad para que estudie la posibilidad de introducir cambios y adiciones en los propios indicadores. Esto requerirá no sólo una evaluación exhaustiva de las conceptualizaciones subyacentes a la medición de la planificación familiar, sino también una investigación formativa sobre las motivaciones, aspiraciones y preferencias de las mujeres, los hombres y las parejas en torno a las intenciones de fertilidad y el uso de anticonceptivos.

En un comentario publicado junto al artículo del Grupo de Trabajo PME, Madeleine Short Fabic, editora asociada de Global Health y asesora supervisora de salud pública de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), responde al llamamiento a la acción y profundiza en el uso que hace la planificación familiar de los términos “necesidad” y “demanda”, tomados originalmente de la teoría económica. Para apoyar una comprensión más matizada de la demanda de planificación familiar, define cuatro deseos interrelacionados pero distintos: autonomía reproductiva, prevención del embarazo, anticoncepción y un método anticonceptivo específico. Cada uno implica sus propias preguntas e indicadores potenciales.

Las medidas y el lenguaje de la planificación familiar han evolucionado durante décadas, por lo que el cambio llevará tiempo. El Grupo de Trabajo sobre EMP anima a que se hable más de las medidas de la “necesidad” y la “demanda”, y en los próximos años FP2030 apoyará más debates y acciones sobre estos y otros retos de medición.