¿Podemos lograr la salud para todas las mujeres, niños y adolescentes en 2030?

Una nueva recopilación de artículos publicada hoy por The BMJ y BMJ Global Health nos dice si el mundo va por buen camino para cumplir los objetivos mundiales de salud para 2030.

La recopilación “Que nadie se quede atrás” reúne a los principales agentes internacionales para informar sobre los progresos realizados en la consecución de este objetivo y poner de relieve los problemas que siguen provocando desigualdades. Se trata del primer informe quinquenal exhaustivo de la era de los ODS sobre los progresos realizados en la salud de las mujeres, los niños y los adolescentes.

Los artículos están escritos por académicos universitarios y científicos de las Naciones Unidas de todo el mundo, e incluyen comentarios de Countdown to 2030 for Women’s, Children’s, and Adolescents’ Health, la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño (PMNCH), la Organización Mundial de la Salud (OMS), UNICEF UNFPA y el Grupo Independiente de Rendición de Cuentas del Secretario General de las Naciones Unidas, y la Presidenta de la Junta de PMNCH y ex Primera Ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark.

La colección se centra en las zonas donde las mujeres, los niños y los adolescentes más vulnerables se están quedando atrás. Esto incluye intervenciones sanitarias esenciales para la salud reproductiva, materna, neonatal, infantil y adolescente y la nutrición, como la asistencia cualificada en el parto, las vacunaciones, la gestión de las enfermedades infantiles, la mejora del suministro de agua y los mosquiteros tratados con insecticida para prevenir el paludismo. Algunas de las principales conclusiones de la investigación son:

    Hay pocas pruebas de que el mantra de los ODS de no dejar a nadie atrás haya conducido a una rápida reducción de las desigualdades dentro de los países.
    Existen enormes desigualdades en los niveles de violencia ejercida por la pareja íntima (VPI) en los países de renta baja y media (PRMB). En la mayoría de los países, las mujeres más pobres, más jóvenes y con menor nivel educativo son especialmente vulnerables a la VPI.

    Los servicios sanitarios esenciales, como la planificación familiar, la atención al parto y la inmunización, siguen sin llegar a las mujeres y los niños más pobres, con menos formación y de las zonas rurales de muchos países.
    En situaciones de conflicto, estas desigualdades son aún mayores que en otras situaciones.
    Los esfuerzos por alcanzar la cobertura universal de muchas intervenciones tienden a estancarse cuando los niveles nacionales de cobertura se sitúan en torno al 80%, lo que revela el esfuerzo adicional necesario para llegar a las personas más vulnerables.
    La mala calidad de la atención sigue siendo un factor importante que limita el impacto de los servicios sanitarios.
    Los países del África subsahariana están rezagados en la mayoría de los indicadores de salud, incluida la salud sexual y reproductiva de los adolescentes.
    La recopilación y el uso de datos desglosados es la única manera de seguir los avances y de exigir responsabilidades a los gobiernos y a la comunidad mundial en el esfuerzo por no dejar a nadie atrás.