Aina, de 24 años, está en el último mes de embarazo. Esto por sí solo sería motivo de cierta ansiedad. “Como es [mi] primera vez, estoy preocupada”, dijo Aina al UNFPA. Pero con el bloqueo parcial del país, en respuesta a la pandemia de COVID-19, Aina se enfrenta a un reto inesperado: la suspensión del transporte público. Su hospital local, el Hospital de Referencia del Distrito de Itaosy, está a dos horas a pie.
Incluso en condiciones normales, una minoría de las embarazadas de Madagascar da a luz con ayuda de personal sanitario cualificado: en torno al 44%, según los datos más recientes. La falta de atención especializada es uno de los factores que contribuyen a la elevada tasa de mortalidad materna del país, que es de 353 muertes por cada 100.000 nacidos vivos (en comparación, la media mundial es de 216 muertes por cada 100.000 nacidos vivos).
En caso de pandemia, el número de partos que tienen lugar en centros sanitarios, bajo la atención de personal sanitario capaz de gestionar complicaciones mortales, podría disminuir aún más.
La asistencia hospitalaria en Itaosy ha disminuido. Normalmente, el hospital gestiona entre 10 y 15 partos y atiende entre 20 y 30 consultas prenatales al día. En un día reciente, sólo dos mujeres acudieron al servicio de atención obstétrica para consultas prenatales.
Para ayudar a mejorar el acceso de las mujeres a los servicios de salud materna que salvan vidas, el Ministerio de Salud Pública y el UNFPA han intervenido para proporcionar transporte gratuito a las embarazadas que acuden a los hospitales de Antananarivo y Toamasina.
Aina descubrió la noticia en las redes sociales y se sintió inmediatamente aliviada. Desde entonces ha podido acudir al hospital para recibir atención prenatal.
“Todo va bien. La madre y el bebé están bien”, tranquilizó la comadrona Bakoly Rasoamanontany en una visita reciente.
“Sin ese transporte gratuito, habría caminado dos horas al sol con mi gran barriga. Podría haber sido bastante arriesgado”, dijo Aina.
“Nos ayuda mucho, sobre todo en este periodo de reclusión, cuando no hay transporte público. Puedo decir que tuve suerte”.