Por Veronica Fonseca Castro, Coordinadora, Comunicaciones y Promoción, FP2030
Este mes, la FP2030 ha reunido dos mundos aparentemente diferentes: fe y planificación familiar. Dada la persistente idea de que la religión está reñida con la planificación familiar, podría parecer que se trata de dos comunidades que colaboran entre sí, pero en realidad ocurre todo lo contrario: Muchos líderes y organizaciones religiosas creen que garantizar el acceso a una planificación familiar basada en los derechos, la autonomía y la igualdad de género es un imperativo religioso..
La reunión de tres días celebrada en Abiyán (Costa de Marfil) fue un testimonio del poder de la unidad, la empatía y la colaboración. El taller sobre fe y planificación familiar reunió a líderes religiosos, actores, organizaciones no gubernamentales (ONG), donantes y otros actores clave en un viaje que exploró una visión compartida para garantizar que la planificación familiar sea una piedra angular de la sanidad universal, la igualdad de derechos y el desarrollo sostenible.
La planificación familiar no existe en una burbuja; está entretejida en una red de relaciones entre pacientes, trabajadores sanitarios, comunidades, religión, dinámicas sociales y creencias tradicionales y/o religiosas profundamente arraigadas. Por ello, los participantes en el taller se esforzaron por identificar los obstáculos que se oponen a que la planificación familiar se convierta en una norma social para muchas personas, especialmente las de sus comunidades religiosas.
Los participantes reconocieron que las creencias tradicionales arraigadas y los tabúes culturales constituían importantes obstáculos, o quizá algunas barreras aparentemente imposibles de franquear. Los líderes y defensores religiosos se dieron cuenta de que era necesario no sólo cuestionar, sino tratar de corregir las ideas erróneas en torno a los textos sagrados, las creencias y las prácticas. A menudo, estos conceptos erróneos se etiquetaron erróneamente como doctrinas religiosas y no como normas culturales, lo que frenó la aplicación de prácticas de planificación familiar por parte de los agentes religiosos y el deseo de los seguidores de acudir a sus comunidades religiosas cuando buscaban apoyo.
Sin embargo, el debate no sólo se centró en las dificultades que tienen los líderes religiosos para participar en la defensa de la planificación familiar, sino que también se profundizó en las soluciones para que la colaboración sea más eficaz. Los participantes debatieron la importancia de implicar a los líderes religiosos en diálogos abiertos y constructivos dentro de sus comunidades. La idea era mostrar que la planificación familiar, las enseñanzas religiosas y las prácticas culturales van de la mano, tendiendo así un puente entre la fe y la planificación familiar y convirtiendo estas difíciles barreras en oportunidades de colaboración.
Además, líderes y defensores coincidieron en el papel clave que desempeñan los jóvenes en el debate. Los participantes coincidieron en que los jóvenes deben tener acceso a la planificación familiar y recibir una información completa, libre de tabúes e ideas erróneas. La planificación familiar no es sólo para los que ya están casados; se trata de dar a los jóvenes el poder de decidir con conocimiento de causa si quieren tener hijos y cuándo.
Para contrarrestar estos obstáculos, los líderes hicieron hincapié en la importancia crucial de deconstruir los conceptos erróneos a través de diversos métodos. Los líderes religiosos insistieron en la necesidad de establecer una conexión significativa con sus seguidores, comprometiéndolos en un terreno común. Por ejemplo, propusieron el uso de talleres educativos para acabar con los tabúes y proporcionar información esencial sobre la importancia de las opciones de planificación familiar. Destacaron la necesidad de colaborar con el personal sanitario y los agentes no gubernamentales para implicar eficazmente a las comunidades, disipar mitos y promover la planificación familiar como elemento vital de una asistencia sanitaria completa y un desarrollo sostenible. Por último, los participantes también pidieron que se utilizaran los medios sociales para trabajar con los jóvenes como forma de salvar las diferencias generacionales y acabar con los mitos para mostrar cómo la planificación familiar se alinea con los valores religiosos.
Al término de la reunión de Abiyán, los defensores de la fe y de la planificación familiar salieron con una determinación renovada, armados con estrategias innovadoras para afrontar los retos que bloquean el acceso universal a la planificación familiar. El viaje continúa hacia un mundo en el que la planificación familiar no sea sólo una opción, sino una norma compartida, que fomente un futuro mejor para todos.