Todo el mundo, por igual, tiene derecho humano a la salud. Sin embargo, nuestros sistemas sanitarios, comunidades y naciones no apoyan la salud de las personas de forma igualitaria o equitativa.
La pandemia de COVID-19 ha puesto de relieve en gran medida las disparidades sanitarias: Las infecciones por SARS-CoV-2 y las muertes asociadas afectan de forma diferente a las mujeres, los trabajadores del sector servicios, las personas económicamente desfavorecidas y otros grupos de población. Sin embargo, incluso en los mejores tiempos, las discrepancias en el poder, los recursos y la toma de decisiones impiden que las personas y las comunidades se beneficien por igual. Durante la pandemia de COVID-19, estas discrepancias se están exacerbando y la salud de muchas comunidades se está resintiendo.
Como profesionales de la salud mundial que trabajan en toda África, afirmamos que sólo a través de la diversidad en sus múltiples formas podemos garantizar la solidaridad y abordar eficazmente estas desigualdades inconcebibles.