A medida que la pandemia de COVID-19 asolaba EE.UU. y gran parte del mundo occidental, el deterioro de los sistemas sanitarios y la distribución desigual de pruebas y vacunas han llevado el concepto de cobertura sanitaria universal (CSU) al primer plano de los debates, donde antes era algo secundario. Para quienes han trabajado en todo el mundo en planificación familiar, es un recordatorio de que el sueño de la sanidad universal es importante vivas donde vivas y tengas las necesidades sanitarias que tengas.
La CSU caracteriza un ideal en el que todas las personas tienen acceso a los servicios sanitarios que necesitan, cuando y donde los necesitan, sin dificultades económicas. Del mismo modo que las consecuencias a largo plazo de la pandemia supondrán una pesada carga para los sistemas sanitarios, también lo será la falta de atención a la salud reproductiva. En la actualidad, 270 millones de mujeres de todo el mundo no tienen acceso a métodos anticonceptivos modernos, lo que nos recuerda que estamos lejos de hacer realidad el sueño de la cobertura sanitaria universal.
“En el mundo de la cobertura sanitaria universal existe la idea errónea de que se trata de intervenciones inmediatas para salvar vidas”, afirma el Dr. Victor Igharo, Jefe de Grupo de The Challenge Initiative, Nigeria. “La planificación familiar, por desgracia, corre el riesgo de quedar fuera de la agenda, ya que sus efectos son a largo plazo”. La Dra. Diana Nambatya Nsubuga está de acuerdo. Es Copresidenta de UHC en África y Directora Adjunta Regional de Política y Promoción de Living Goods. Y se pregunta: “Si la cobertura sanitaria universal consiste en no dejar a nadie atrás, ¿cómo podemos lograrlo si la necesidad insatisfecha de planificación familiar es tan alta en África y otras partes del mundo?”.
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Colaborar para abordar la necesidad insatisfecha de planificación familiar
La colaboración y las asociaciones son la clave para abordar la planificación familiar en el marco más amplio de la cobertura sanitaria universal. Por ejemplo, FP2020 es una asociación que aprovecha el potencial de los donantes, los organismos de la ONU, las ONG, los gobiernos, la sociedad civil y los defensores -incluidos los jóvenes- a escala mundial y nacional. Indonesia, por ejemplo, destinó 458 millones de dólares en 2019 a la planificación familiar -un 80% más que en 2017- gracias a la colaboración fomentada a través de FP2020. Indonesia también ha incluido la planificación familiar en su plan nacional de salud en forma de servicios posparto y posaborto, y ha implicado al sector privado para que colabore con sus esfuerzos.