Jeanine estaba sentada en medio de la carretera en Birlo, un pueblo a las afueras de Bangui, la capital de la República Centroafricana. La mujer, de 39 años, que sufre discapacidad mental y física, estaba embarazada de dos meses de su tercer hijo. Víctima de una violación, Jeanine no tuvo más remedio que tener el bebé, no sólo porque su familia no aceptaba un aborto, sino también porque no podían permitírselo.
La fotógrafa Nicole Tung conoció a Jeanine cuando Tung trabajaba en un proyecto, apoyado por la International Women’s Media Foundation, sobre la atención sanitaria materna en la República Centroafricana. El país tiene una de las peores tasas de mortalidad materna del mundo, sólo superada por Sierra Leona. Con 882 muertes por cada 100.000 nacimientos con éxito, está muy por detrás de países como Estados Unidos, que registró 14 de cada 100.000.
“La historia de Jeanine me marcó mucho porque era representativa de los muchos factores que contribuyen a la elevada tasa de mortalidad materna”, dijo Tung, aunque la situación de Jeanine fuera extrema.
Casi cinco años después de que se firmara un alto el fuego, el país sigue sufriendo recrudecimientos de los combates a medida que algunas milicias adoptan una mentalidad de ojo por ojo en una guerra civil que ha remodelado el país, destruido gran parte de sus infraestructuras y convertido en inseguras las zonas rurales fuera de la capital.
Todos estos factores han empeorado la calidad y la disponibilidad de la atención sanitaria para las mujeres.
“Se calcula que el 35% de las instalaciones médicas han resultado dañadas o destruidas en los últimos seis años”, declaró Tung, “lo que impide a las mujeres acceder a clínicas y hospitales, y dificulta la labor de los trabajadores sanitarios y las comadronas de la comunidad.” Además, faltan médicos cualificados no sólo para tratar a los pacientes, sino también para ofrecer educación sobre planificación familiar.
Tung no cree que la situación mejore pronto. “Creo que, para la mayoría de las mujeres que viven en zonas fuera de la capital, su futuro seguirá siendo prácticamente el mismo”, afirmó. “En la capital, aunque hay servicios médicos, son rudimentarios y muy limitados. Muchas clínicas que visité no tenían agua corriente ni jabón”.
Sin embargo, la gracia salvadora es un hospital de Médicos Sin Fronteras dedicado a la atención materna en Bangui. “La mayoría de las futuras madres de la capital tienen una red de seguridad en caso de complicaciones, pero no es el caso de las mujeres de fuera de Bangui”.