Nuestra región de África Austral lucha contra la epidemia de violencia de género. Se perpetra en nuestros hogares, instituciones de enseñanza, comunidades religiosas, lugares de trabajo y lugares públicos. Se viola a mujeres y niñas, y cada vez más también a hombres y niños. Las relaciones íntimas que solemos asociar con el amor, el cuidado y la seguridad se han convertido en plataformas para el abuso y la inseguridad.1 Las consecuencias de la violencia de género para la salud y el bienestar de las supervivientes y sus seres queridos son profundas. Como personas de fe, estamos adoptando una postura frente a la violencia de género.