La calidad de la atención ha sido durante mucho tiempo un pilar de la asistencia sanitaria en general y de los programas de planificación familiar en particular. Sin embargo, el tema ha recibido menos atención en los últimos años y su significado se ha difuminado, confundiendo el discurso y lo que los donantes y los gobiernos deberían invertir y supervisar. La justificación para aumentar y mantener la atención a la calidad de la atención en los programas de planificación familiar (PF) es doble. Es un fin deseado en sí mismo, tanto desde el punto de vista práctico como ético, así como un medio para obtener otros resultados deseados, como mayores índices de continuidad entre los usuarios satisfechos y sistemas de suministro más eficientes. Pero las distintas organizaciones definen el término de manera diferente. El concepto de calidad se ha confundido con el de derechos. Aunque hay solapamientos, los conceptos no son sinónimos. La falta de acuerdo sobre las definiciones y las características distintivas de estos dos términos hace que no se preste suficiente atención a algunos elementos importantes de los programas. Ambos conceptos son importantes y exigen una mayor claridad para orientar el diseño de los programas, la garantía y la mejora de la calidad, y los indicadores adecuados para un seguimiento y una evaluación coherentes.
Este documento compara las definiciones de calidad y las contrasta con lo esencial de un enfoque basado en los derechos. Su objetivo es lograr una comprensión común de lo que significan estos términos, en qué se solapan y en qué se diferencian. La revisión comparativa reveló que la calidad de la atención es esencialmente un constructo del lado de la oferta que se refiere a las condiciones y acciones que los programas deben garantizar a sus clientes durante la prestación de servicios. Se fundamenta en la ciencia médica basada en pruebas y se centra en la seguridad y eficacia de los servicios. Su orientación gira principalmente en torno a las competencias y comportamientos del sistema sanitario y de los proveedores de servicios hacia las personas a las que atienden.
En cambio, un enfoque basado en los derechos se centra en la dignidad, las necesidades y la autonomía de los clientes individuales y potenciales. Se trata de capacitar e implicar a las personas para que ejerzan la autodeterminación sobre su salud y fertilidad, y de eliminar las barreras y prácticas políticas y programáticas, incluidas todas las formas de discriminación, que impiden a cualquiera disfrutar de sus derechos. Aunque incluye la calidad de la atención, el enfoque basado en los derechos es más un modelo ético que médico. Se trata de un concepto programático más amplio que la calidad asistencial, que refleja todos los componentes de los sistemas y programas sanitarios, incluidos el contexto político y cultural en el que operan y tanto la oferta como la demanda. Y a diferencia de la calidad de la atención, un enfoque basado en los derechos se aplica tanto a los que reciben servicios como a los que no. Se caracteriza por la participación, la agencia individual y la equidad -con especial atención a los grupos marginados y vulnerables- y hace hincapié en la responsabilidad de los programas.