Se prevé que el COVID-19 (la enfermedad causada por el nuevo coronavirus denominado SAR-CoV-2) se produzca en la mayoría de los países, si no en todos. Un hecho clave sobre COVID-19 es que la gran mayoría de las infecciones darán lugar a síntomas muy leves o inexistentes. No todo el mundo corre el riesgo de padecer una enfermedad grave. Las personas de edad avanzada y las que padecen trastornos respiratorios, cardíacos y/o metabólicos e inmunodeficiencias corren un mayor riesgo de sufrir una enfermedad de moderada a grave.
Se dispone de datos limitados sobre COVID-19 en el embarazo, pero los estudios publicados hasta la fecha no muestran un aumento del riesgo de enfermedad grave al final del embarazo ni un riesgo sustancial para el recién nacido. No se ha encontrado infección congénita, y el virus no se ha detectado en productos de la concepción expulsados. Estos resultados son tranquilizadores y muy diferentes de los de otras pandemias recientes, como la pandemia de gripe A H1N1 de 2009, que provocó una enfermedad más grave en las mujeres embarazadas, o el virus de Zika, que es teratógeno. En el momento de redactar este informe no se disponía de información sobre el impacto de COVID-19 en los resultados de los primeros meses de embarazo. Las mujeres no embarazadas en edad fértil también tienen un bajo riesgo de enfermedad grave.
Es probable que el impacto en los servicios de cuidados intensivos en entornos con sistemas sanitarios con pocos recursos sea sustancial. Los servicios de maternidad deben seguir teniendo prioridad como servicio sanitario básico esencial, y otros servicios de salud sexual y reproductiva, como la planificación familiar, la anticoncepción de urgencia, el tratamiento de las infecciones de transmisión sexual y, en los casos en que sea legal, los servicios de aborto seguro, deben seguir estando disponibles como servicios sanitarios básicos.
Los proveedores de atención a la maternidad (incluidas las comadronas y todos los demás trabajadores sanitarios que prestan atención materna y neonatal), tanto si trabajan en centros sanitarios como en la comunidad, son trabajadores sanitarios esenciales y deben ser protegidos y recibir prioridad para seguir prestando atención a las mujeres en edad fértil y a sus bebés. Es probable que, durante esta pandemia, el despliegue de personal de maternidad en áreas de salud pública o de medicina general en lugar de prestar atención a la maternidad aumente los malos resultados maternos y neonatales…