El anillo vaginal de progesterona (RVP) es un anticonceptivo diseñado específicamente para ser utilizado por mujeres en periodo de lactancia durante el primer año posparto. El RVP se inserta en la vagina entre 30 y 90 días después del parto para su uso continuado durante un máximo de 3 meses y se sustituye por un nuevo anillo si se continúa con la lactancia y se desea prolongar la anticoncepción.
Las mujeres pueden utilizar cuatro anillos sucesivamente durante un máximo de un año. El anillo vaginal de progesterona funciona difundiendo un flujo continuo de progesterona a través de las paredes vaginales -aproximadamente 10 mg al día- que luego entra en el torrente sanguíneo y regula la fertilidad de la mujer suprimiendo la ovulación. Los ensayos clínicos han demostrado que el RVP es un anticonceptivo seguro y eficaz; además, actualmente está registrado en ocho países de América Latina. La RVP también se ha incluido en la Lista de Medicamentos Esenciales de la OMS de 2015 y en la guía de Criterios Médicos de Elegibilidad.
Las políticas mundiales y nacionales han vuelto a centrar la atención en la planificación familiar posparto (PFPA) como una intervención importante para garantizar resultados saludables para las mujeres y los recién nacidos. En este contexto político, tecnologías infrautilizadas como la RVP tienen el potencial de contribuir a los objetivos nacionales y mundiales, especialmente en entornos en los que la lactancia materna es prevalente y la necesidad insatisfecha de espaciamiento es alta.
El Population Council llevó a cabo un estudio multinacional de aceptabilidad de la RVP en Kenia, Nigeria y Senegal con financiación de la Fundación Bill y Melinda Gates (BMGF). El estudio de aceptabilidad formaba parte de una serie de actividades que evaluaban la viabilidad y preparaban la eventual introducción del RVP en estos mercados. Este informe resume los resultados del estudio de aceptabilidad de los tres países. Se recogieron datos de 191 usuarias de la RVF que habían acudido a uno de los 15 puntos de prestación de servicios del sector público, de sus maridos (11), de profesionales sanitarios (141) y de tres grupos focales con miembros de la comunidad para evaluar los factores que influyen en la aceptabilidad de la RVF. También se recopilaron datos de 178 mujeres que eligieron un método distinto al RVP, para aportar información adicional y contrastada sobre cómo ven las usuarias los nuevos anticonceptivos.