Dilly Severin, Directora de Iniciativas Mundiales, FP2020
Trabajar como mujer negra en el desarrollo internacional es complicado. Trabajar en planificación familiar es aún más complicado, porque ¿qué hay más politizado que el sexo? ¿Y qué cuerpos han sido más politizados, sexualizados y traumatizados que los de las mujeres negras y morenas? No es de extrañar, pues, que estas mujeres hayan liderado el movimiento para replantear nuestra forma de entender la salud, la riqueza y el desarrollo y hayan rechazado las dinámicas de poder que nos trivializarían, deshumanizarían y aislarían. La transición de la Secretaría de FP2020 a la asociación más allá de 2020 requiere romper esos silos. En muchos sentidos, construir la siguiente fase de la asociación centrándose en la equidad, la justicia y la interseccionalidad, no sólo nos desafía a repensar lo que significa proteger y defender los derechos de las personas que intentan acceder a la planificación familiar, sino que también es fundamentalmente un mandato para hacer que nuestras intervenciones vuelvan a ser completas cuando las trampas del desarrollo -prioridades de los donantes, políticas de gobiernos extranjeros, instituciones religiosas- las han aislado.
Últimamente he estado pensando mucho en ese concepto de totalidad.
Un enfoque integrado e interseccional de la planificación familiar sólo puede venir de un replanteamiento radical de nuestras asociaciones: el poder de las mismas, el poder dentro de ellas y quién forma parte de ellas. En un momento en que el mundo se enfrenta a la injusticia racial y a lo que significa hacer realidad la diversidad, la equidad y la inclusión, incluso cuando una pandemia pone de relieve las desigualdades estructurales entre nosotros, esta labor de transformación de las asociaciones no sólo es necesaria, sino que es un imperativo.
A lo largo de los últimos ocho años, FP2020 ha logrado importantes avances en materia de planificación familiar, y siempre lo ha hecho en colaboración. Desde 2012, más de 130 responsables de compromisos se han unido para garantizar que 53 millones más de mujeres y niñas puedan ahora utilizar métodos anticonceptivos modernos; para prevenir 119 millones de embarazos no deseados y evitar 21 millones de abortos inseguros y 134.000 muertes maternas. Igualmente significativa ha sido la creación de una agenda mundial de planificación familiar basada en los derechos, el reconocimiento y el apoyo al papel fundamental de la sociedad civil en el impulso de la rendición de cuentas, y nuestra responsabilidad colectiva de garantizar la participación significativa de los adolescentes y los jóvenes.
También hemos aprendido lecciones importantes sobre cómo reforzar una asociación que ya ha dado tantos frutos. Quizá lo más importante de todo sea que, sin un modelo de asociación y compromiso impulsado por los países y basado en la responsabilidad mutua, y no en las prioridades de los donantes, nuestro impacto será limitado. Si no acompañamos el cumplimiento del derecho basado en la planificación familiar con el mismo fervor por lograr resultados que sean equitativos y justos, no estaremos respondiendo a las complejas realidades de las mujeres, las niñas y otras comunidades vulnerables. Desde luego, no cumpliremos el mandato de cobertura sanitaria universal de no dejar a nadie atrás. La alianza 2030 es, por tanto, una oportunidad para aprovechar los éxitos del pasado y trazar un nuevo camino que articule nuestra contribución continuada al cumplimiento de la salud y los derechos sexuales y reproductivos, así como a un futuro más justo y equitativo.
Por suerte, resulta que replantearse radicalmente el poder dentro de una asociación es sorprendentemente similar a replantearse la alianza a nivel individual. Del mismo modo que la alianza no es un estado final o una identidad, sino un compromiso con un proceso de aprendizaje continuo, de responsabilidad cada vez mayor y de desinversión intencionada de estructuras de poder perjudiciales, así también debería ser nuestra concepción de una alianza 2030. Esperamos hacer realidad esa concepción:
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Un marco de visión que va más allá de las cifras para reforzar la importancia de transformar las normas sociales y de género y mejorar la capacidad de respuesta del sistema a los derechos y necesidades individuales, además de seguir impulsando la toma de decisiones basada en datos.
Pasar de un modelo de secretaría a un modelo de centro regional que refleje el mandato de las prioridades impulsadas y asumidas por los países frente a las asociaciones verticales. El nuevo modelo de inclusión universal, sobre el que el equipo de FP2020 empezará a publicar más información a medida que se vaya creando, también ofrece la posibilidad de ampliar el impacto de la asociación a un mayor número de países, fomentar el aprendizaje regional y alentar inversiones nacionales significativas para apoyar el progreso sostenible de la planificación familiar.
Crear un grupo aún mayor de responsables de compromisos y asociaciones mediante la participación de socios del sector sanitario no relacionados con la planificación familiar y de otros sectores más allá de la sanidad. Esto incluye un mandato de promoción que facilite una mayor coordinación mundial y regional y apoye el programa de cobertura sanitaria universal, impulse los esfuerzos de integración y profundice en el trabajo con los sectores del VIH y la salud materna, así como con los líderes religiosos.
Invertir más en los esfuerzos nacionales y subnacionales de responsabilidad social y en un modelo de asunción de compromisos que fomente la responsabilidad mutua y refuerce el papel de la sociedad civil, incluida la participación significativa de adolescentes y jóvenes.
Y esto es sólo el principio.
Al igual que en el caso de los aliados, la evaluación del éxito de la asociación 2030 no puede basarse en medidas definidas por nosotros mismos, sino por aquellos a quienes nos comprometemos a servir. A medida que avanzamos hacia la siguiente fase de la asociación, le invitamos a emprender con nosotros este viaje de aprendizaje, adaptación y transformación del poder. Juntos ya hemos conseguido mucho. Ahora, trabajemos por un movimiento de planificación familiar que realmente haga las cosas bien.