Por Beck Barrett, becaria de FP2030
El 16% de la población mundial tiene alguna discapacidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y sin embargo la mayoría de los programas de salud sexual y reproductiva no los incluyen adecuadamente, ni como receptores de los servicios sanitarios ni como responsables de la toma de decisiones y la ejecución de los programas.
La planificación familiar para personas discapacitadas – al igual que la planificación familiar para cualquier comunidad – no es “talla única”. Alguien con una discapacidad física tendrá necesidades diferentes a las de alguien con una enfermedad crónica, que tendrá necesidades diferentes a las de alguien con una discapacidad intelectual. Y las necesidades de las personas pueden variar día a día. Pero el hilo conductor de todo esto es que, al igual que las personas sin discapacidad, las personas con discapacidad merecen el derecho a acceder a una atención sanitaria sexual y reproductiva informada. ¿Cómo podemos asegurarnos de que esto sea la norma?
1 – Escúchales.
Los discapacitados no se quedan sin voz. Aunque algunos se comuniquen de forma distinta a los no discapacitados, sus aportaciones son poderosas y únicas. Al crear programas o políticas de planificación familiar, incluya a las personas discapacitadas. Sus experiencias aportan formas de pensar que no sólo mejorarán la atención sanitaria sexual y reproductiva de los discapacitados, sino de todos.
2 – Actúe antes de que se convierta en un obstáculo.
No espere a que una persona discapacitada denuncie la falta de una rampa de acceso a un edificio, la ausencia de Braille en un folleto o la inaccesibilidad de una mesa de exploración en una consulta sanitaria. Estas barreras son las que impiden que la gente busque atención en primer lugar. Si se toma la iniciativa y se crea un entorno acogedor y accesible, es probable que más personas reciban la atención que necesitan. Los espacios accesibles benefician a todos, no sólo a las personas para las que han sido diseñados.
3 – Abordar la interseccionalidad en su atención.
Las personas discapacitadas no son un grupo monolítico, ni ésa es su única identidad. Las niñas y mujeres jóvenes con discapacidad pueden sufrir hasta 10 veces más violencia que las mujeres y niñas sin discapacidad, según el UNFPA. Esto las hace más propensas a ser supervivientes de agresiones sexuales y a necesitar una atención informada sobre el trauma. Las personas discapacitadas también tienen más probabilidades de sufrir pobreza y menores tasas de empleo, lo que puede repercutir en su capacidad para acceder a los recursos de planificación familiar.
4 – Estar dispuesto a aprender.
Esté dispuesto a formarse de forma independiente sobre los distintos tipos de discapacidad y cómo ser más accesible para ellos, pero también a escuchar a las personas discapacitadas cuando tengan necesidades de accesibilidad diferentes. La “discapacidad” abarca una amplia gama de afecciones, así que no espere que una única solución funcione para todo el mundo. Y lo que es más importante, cuando alguien te cuente su experiencia o lo que necesita para tener éxito, escúchale.
5 – Reconocer que las personas discapacitadas tienen relaciones sexuales y románticas.
Uno de los mitos más persistentes en torno a la asistencia sanitaria a las personas discapacitadas es la idea de que no tienen relaciones sexuales. Esto es un mito. Las personas con discapacidad mantienen relaciones sexuales y románticas como cualquier otra comunidad de personas, pero con demasiada frecuencia se las deja totalmente al margen de las conversaciones sobre salud sexual, y a veces se las excluye intencionadamente porque se considera demasiado tabú incluirlas. Las personas con discapacidad merecen tener los conocimientos y el poder necesarios para hacerse cargo de su salud sexual y reproductiva y de su fertilidad. Pero esto no puede ocurrir hasta que se incluya a las personas discapacitadas en el proceso de planificación de los programas, políticas y presupuestos de planificación familiar. FP2030 está trabajando para incluir mejor a las personas discapacitadas y a las organizaciones que luchan por su igualdad en los compromisos, la defensa y mucho más. Nuestra visión de un mundo en el que todos, en todas partes, tengan la autonomía y el poder de tomar sus propias decisiones sobre su salud reproductiva nunca se hará realidad si no se incluye, consulta y compromete a las personas con discapacidad como socios significativos en esta labor.