Por Verónica Fonseca Castro, becaria de FP2030
A menudo oímos que “los jóvenes son el futuro”, y aunque pueda ser un tópico, es cierto: los jóvenes heredarán el mundo en que vivimos y sus decisiones afectarán al futuro de las generaciones venideras. Sin embargo, muchos jóvenes siguen estando excluidos cuando se trata de acceder a métodos anticonceptivos basados en los derechos y de participar en conversaciones y programas sobre planificación familiar. Con demasiada frecuencia oímos que los jóvenes no son lo bastante maduros para este tipo de conversaciones, que pedir anticonceptivos está mal y que es mejor evitar este tema tabú que hablar de él. Sin embargo, si nos enfrentáramos a esos conceptos erróneos y garantizáramos a los jóvenes el acceso universal a la anticoncepción basada en derechos en nuestros sistemas sanitarios, estaríamos un paso más cerca de lograr la igualdad de género, aumentar las tasas de alfabetización y otros indicadores de prosperidad y, en consecuencia, potenciar el crecimiento económico de una región.
La prestación de servicios de planificación familiar de alta calidad en un sistema sanitario establecido es clave para el desarrollo económico y social de una región. Más concretamente, la anticoncepción basada en los derechos es una herramienta esencial que permite a las personas permanecer en la escuela y ejercer la autonomía corporal y que les da la libertad de elegir su trayectoria profesional. Naturalmente, los jóvenes deben tener acceso a este tipo de recursos, ya que son ellos quienes empezarán a tomar sus propias decisiones que cambiarán sus vidas.
Por ejemplo, según un estudio de la Universidad de Washington, “Kenia registró un aumento sustancial del nivel educativo de las niñas, que pasaron de un 12% que alcanzaba el primer ciclo de secundaria a mediados de la década de 1970 a un 59% a mediados de la década de 2010. La prevalencia del uso de anticonceptivos en Kenia también creció de forma constante, del 5% al 51%, mientras que la tasa total de fecundidad descendió de 7,64 nacimientos por mujer a 4,06”.
Además, si la anticoncepción basada en los derechos se incluyera en todos los planes de atención sanitaria, tendríamos la oportunidad de reducir los embarazos no deseados: se calcula que hay 7,4 millones de adolescentes en todo el mundo. Una investigación del Instituto Guttmacher descubrió que espaciar y retrasar los embarazos está relacionado con mejores resultados en los nacimientos de los bebés, así como con menores tasas de mortalidad en los embarazos. En consecuencia, disponer de un acceso bien financiado y universal a los recursos de planificación familiar que incluyan la anticoncepción basada en los derechos en un sistema de atención sanitaria permite a los jóvenes tomar sus propias decisiones y vivir al máximo de sus posibilidades, lo que contribuye al desarrollo general y al bienestar de una región.
Pero si los servicios de planificación familiar dirigidos a los jóvenes son de tan vital importancia para el desarrollo de una región, ¿por qué tantos carecen de acceso a ellos? La correcta aplicación de los programas de planificación familiar es vital para que este tipo de recursos funcionen eficazmente. La anticoncepción basada en los derechos y las conversaciones sobre planificación familiar son herramientas necesarias para construir el futuro de una persona; nunca deben sentirse como un inconveniente o una tarea. Hay que incluir a los jóvenes en los programas de planificación familiar y educación no sólo como objetivo, sino también como educadores y defensores; deben participar en estos esfuerzos.
Los jóvenes líderes y educadores son la clave de la palabra “acceso”. Cuando los jóvenes dirigen los programas de planificación familiar, ya se trate de pruebas preventivas de infecciones de transmisión sexual (ITS), de asesoramiento entre iguales o de una educación adecuada sobre salud y derechos sexuales y reproductivos (SDSR), la planificación familiar parece auténtica. Esto, a su vez, permite a los jóvenes utilizar estos recursos como herramientas para decidir qué hacer con sus cuerpos y sus vidas.
A menudo oímos que, cuando se trata de mejorar el mundo en que vivimos, debemos centrarnos en los jóvenes. Porque los jóvenes son realmente nuestro futuro, asegurémonos de que puedan acceder a una de las herramientas más excepcionales para crear una sociedad más sana, autónoma e igualitaria: anticoncepción basada en los derechos.