Por Adam Lewis & Cate Nyambura, FP2030
La promesa de la cobertura sanitaria universal (CSU) es tan inspiradora como ambiciosa: Según la OMS, significa que “todas las personas tienen acceso a toda la gama de servicios sanitarios de calidad que necesitan, cuando y donde los necesitan, sin dificultades económicas”. En otras palabras, “no dejar a nadie atrás”. La comunidad mundial se ha propuesto cumplir esta promesa para 2030, y casi todos los países han se comprometido a cumplirla. Sin embargo, según las últimas estimaciones, el 30% de la población mundial sigue sin poder acceder a los servicios sanitarios esenciales, lo que significa que más de 2.000 millones de personas se están quedando atrás.
Entre los que se quedan atrás hay cientos de millones de niñas y mujeres sexualmente activas de países de renta baja y media (PRMB) que intentan evitar el embarazo pero carecen de acceso a métodos anticonceptivos modernos. A pesar de estar considerado un elemento clave de la atención primaria y vinculado a una serie de resultados sanitarios positivos -desde una menor mortalidad materna e infantil hasta una mejor nutrición y una mayor esperanza de vida-, la planificación familiar sigue estando fuera del alcance de demasiadas personas en demasiados lugares, ahogando la promesa de la CSU y poniendo en peligro el futuro saludable de innumerables familias y comunidades.
Este año marca el ecuador de la realización del ODS 3 y de toda la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS), por lo que es un momento oportuno para hacer balance de los avances, redoblar las mejores prácticas y probar nuevas soluciones para colmar las lagunas que aún persisten. Con 218 millones de niñas y mujeres en los PBI y los PIM que desean evitar el embarazo pero no utilizan un método anticonceptivo moderno, la realidad es que no alcanzaremos nuestros objetivos de planificación familiar sin enfoques nuevos e innovadores para prestar o facilitar la atención. Un planteamiento que no es nuevo, pero que a menudo se pasa por alto, es el compromiso proactivo e intencionado con el sector privado: un recurso infrautilizado en el movimiento de planificación familiar.
Cuando las personas intentan evitar el embarazo mediante el uso de anticonceptivos, recurren a una amplia gama de métodos y puntos de prestación de servicios. En la mayoría de los países, estos puntos de prestación de servicios suelen ser clínicas y farmacias públicas, pero 34% de las mujeres y niñas de los PBI y los PIM acceden a la anticoncepción a través del sector privado, sobre todo las jóvenes solteras que buscan métodos de acción corta, como preservativos y píldoras, y las que viven en comunidades urbanas de ingresos más elevados. Incluso en países dominados por la prestación de servicios del sector público, los productos de planificación familiar pueden ser producidos, suministrados, distribuidos y/o promovidos por entidades del sector privado, y muchas marcas privadas locales y proveedores de información gozan de altos niveles de confianza en una amplia gama de comunidades. Y, cada vez más, las aseguradoras privadas y los empleadores ofrecen paquetes de cobertura sanitaria que incluyen la anticoncepción, que puede que sólo estén disponibles para los clientes de mayores ingresos y niveles de empleo, pero que ofrecen nuevas vías de acceso y reparto de costes mediante el compromiso con el sector privado.
Aunque a menudo se hace referencia a él de forma agregada (“el sector privado”), este conjunto de empresas y proveedores de servicios es diverso, dinámico y está profundamente arraigado tanto en la planificación familiar como en los sistemas sanitarios en general, lo que representa un activo importante en los esfuerzos de los países por superar la necesidad insatisfecha de anticoncepción y lograr la cobertura sanitaria universal. De hecho, muchos gobiernos nacionales han empezado a reconocer este potencial y a esbozar funciones específicas para el sector privado en la planificación familiar: Casi todos los Los responsables de los compromisos de la Agenda 2030 han pedido al sector privado que desempeñe funciones clave en su ecosistema de planificación familiar, como la financiación y los seguros, el desarrollo de la mano de obra, la cadena de suministro y la logística, los datos, el marketing, la concienciación, la mejora de la calidad, las TIC y otras áreas cruciales para la consecución de los objetivos nacionales de planificación familiar. Esta priorización y especificidad de la participación del sector privado por parte de los gobiernos de los PBI y los PIM señala una nueva era de apertura a un “enfoque de mercado total”, en el que los sistemas de salud se centran en el sector privado.pdf” rel=”noopener” target=”_blank” uw-rm-external-link-id=”https://www.unfpa.org/sites/default/files/pub-pdf/psi_mali_feb5_2014final.pdf$totalmarketapproach”>enfoque de mercado total”, en el que las partes interesadas del sistema sanitario pueden maximizar la eficiencia, la equidad y la sostenibilidad de los esfuerzos de planificación familiar a través de la coordinación intersectorial, situando al país en una posición más avanzada en su camino hacia la cobertura sanitaria universal.
Dado el tamaño y el alcance del sector privado en la planificación familiar y las expectativas puestas en él por los gobiernos nacionales, existe la oportunidad de sentar a la mesa a estos actores vitales de una forma más significativa y mutuamente beneficiosa, que aproveche su innovación, experiencia, alcance, recursos e influencia para garantizar que nadie se quede atrás. Por supuesto, este compromiso no está exento de riesgos: Hay muchos ejemplos de entidades del sector privado que ofrecen productos y servicios de mala calidad, cobran precios irrazonablemente altos, operan al margen de la normativa, exacerban las desigualdades y llevan a cabo sus actividades de manera poco ética. Con un compromiso significativo, la comunidad de planificación familiar y el sector privado pueden afrontar estos riesgos conjuntamente y con éxito para hacer realidad la promesa de la planificación familiar para todos los que la deseen y posicionar la planificación familiar como un elemento esencial de la cobertura sanitaria universal.