Rutendo* estaba a punto de dar a luz cuando el gobierno anunció el bloqueo de 21 días para hacer frente a COVID-19. Vive en una zona agrícola, a 35 kilómetros del centro sanitario más cercano, y sus posibilidades de conseguir una ambulancia a tiempo para recibir atención de urgencia eran siempre mínimas. La hermana mayor de Rutendo murió hace cinco años por complicaciones en el embarazo y su madre, que no quería correr riesgos, envió a Rutendo al hospital de distrito más cercano para “sentarse y esperar” un parto seguro antes de que el bloqueo entrara en vigor el 30 de marzo. Rutendo dio a luz a una niña al día siguiente. Aquejada de dolor, esperaba permanecer al menos dos días en observación, pero fue dada de alta al cabo de una noche, cuando comenzó el encierro.
Al cabo de dos semanas, su bebé enfermó. La madre de Rutendo pensó que el bebé necesitaba medicación para el estómago. Rutendo había oído que los soldados estaban golpeando a la gente en las calles para imponer el bloqueo y tenía miedo de ir a comprar medicamentos, pero su bebé tenía dolores, así que reunió valor para ir al centro comercial más cercano, en Norton, 40 km al oeste de Harare.
Al llegar, Rutendo comprobó que la farmacia había reducido su horario de funcionamiento y estaba cerrada. Volvió al día siguiente, pero en la farmacia no tenían el medicamento que buscaba y le aconsejaron que fuera a Harare. Rutendo dijo a Amnistía Internacional que tenía miedo de viajar a Harare por los numerosos puntos de control y el riesgo de brutalidad policial, dado que no tenía documentación que justificara su viaje. Cuando los miembros de la comunidad le aconsejaron que viajara con su bebé como prueba, contó a Amnistía que dijo “cómo voy a viajar con un niño de menos de 6 semanas a Harare sólo para conseguir medicamentos”. Pondré al niño en más peligro”.
Muchas madres primerizas se enfrentan ahora a decisiones imposibles como ésta debido a la pandemia. Además de las restricciones para viajar y la escasez de medicamentos, algunas se ven aisladas de las mujeres familiares de las que dependen para el apoyo posparto. Rutendo explicó que, culturalmente, el apoyo de las mujeres mayores es fundamental para las madres recientes. Rutendo elogió a su madre por cuidarla, cocinarle comidas nutritivas, amamantarla y ayudarla a cuidar del recién nacido mientras se recupera. Las investigaciones indican que el apoyo social puede ayudar a prevenir la depresión posparto. Otras muchas madres recientes no tienen la ventaja de tener cerca a sus madres o a otro familiar que pueda darles el apoyo necesario durante este encierro. El aislamiento ha hecho que algunas madres recientes estén solas, sin ayuda ni apoyo social.