La epidemia mundial de COVID-19 está causando estragos en un amplio abanico de decisiones sanitarias, económicas, sociales y personales. Sin embargo, lo que puede perderse en el caos entre otros efectos y peligros es el impacto específico sobre la salud y los derechos sexuales y reproductivos, tanto para las personas en Estados Unidos como en todo el mundo. Los responsables políticos, los proveedores y los defensores deben ser conscientes de los amplios vínculos existentes entre la respuesta mundial al brote y la salud y los derechos sexuales y reproductivos, con el fin de prepararse para mitigar el impacto.
A diferencia del brote del virus del Zika, en el que la transmisión sexual y maternoinfantil estaban bien establecidas, hoy en día se sabe mucho menos sobre estas posibles vías de transmisión del COVID-19. Además, el riesgo específico para las mujeres embarazadas y sus bebés aún no está claro, pero estos grupos suelen ser especialmente vulnerables a las amenazas de enfermedades infecciosas. Por lo tanto, muchos expertos afirman que está justificada una mayor atención a la prevención primaria en las mujeres embarazadas.