Pregunte a un grupo de profesionales sanitarios qué opinan las comunidades y líderes religiosos de la planificación familiar y es posible que se encuentre con cierto escepticismo. Sin embargo, un programa de una década de duración en Senegal ha desafiado las ideas preconcebidas negativas y es un ejemplo de cómo implicar a los líderes religiosos para que trabajen por un objetivo común. Una combinación de liderazgo que reúna a diferentes comunidades religiosas, sólidas aportaciones teológicas e intelectuales, asociaciones de aprendizaje, atención a las diferentes perspectivas y una paciente determinación dejan claro que el apoyo religioso es una faceta necesaria, no opcional, de las iniciativas nacionales de salud familiar. El Cadre des Religieux pour la Santé et le Développement (CRSD – Alianza Religiosa para la Salud y el Desarrollo), una coalición de las principales comunidades religiosas del país, se ha convertido en un actor interreligioso no gubernamental, un socio vital y parte integrante de los programas de planificación familiar y bienestar de Senegal.
¿Cómo surgió esta inusual experiencia y por qué ha tenido tanto éxito? El CRSD está sólidamente asentado en la teología y, por tanto, en las redes e ideas religiosas. Se basa en un amplio compromiso del gobierno de trabajar con “adalides religiosos” en el programa nacional de planificación familiar. El CRSD se mostró dispuesto a aprender de la experiencia internacional en materia de compromiso religioso positivo en los programas nacionales de planificación familiar y a integrar aspectos clave en sus programas. La ambiciosa coalición internacional de planificación familiar (FP2020, ahora FP2030), que preveía funciones para los agentes religiosos, supuso un estímulo. Otros elementos desempeñaron papeles importantes: La asociación que surgió para afrontar el reto en Senegal, entre Cheikh Saliou Mbacke, que aportaba una larga experiencia interreligiosa, y el World Faiths Development Dialogue (WFDD), con sede en Estados Unidos, se basó en gran medida en las relaciones personales y, francamente, en varios saltos de fe. Y el apoyo financiero creativo fue fundamental: La Fundación Hewlett, profundamente comprometida con la Alianza de Uagadugú en apoyo de la planificación familiar, accedió a financiar un modesto proyecto piloto. Pero al principio no había planos y sí mucho escepticismo.
La labor de promoción de la planificación familiar del CRSD en Senegal y en la subregión partió de una base limitada. En 2014, pocos actores religiosos senegaleses, incluidos los que hoy constituyen el CRSD, conocían la planificación familiar y otros aspectos de la salud familiar. Así pues, los primeros años se caracterizaron por un proceso de aprendizaje en la acción. El trabajo comenzó con esfuerzos para movilizar e informar a diversos líderes religiosos, la mayoría de familias sufíes de Senegal, pero también un alto clérigo católico y líder interreligioso y un pastor luterano. El trabajo implicó enfoques “descendentes” (visitas a las principales autoridades religiosas de Senegal en todo el país) y “ascendentes” (llegar a los miembros de la comunidad y la creación de un “argumentaire” islámico). Una visita de destacados actores religiosos senegaleses a Marruecos sirvió para extraer experiencias relevantes, al igual que las conversaciones con numerosos activistas y académicos senegaleses. A partir de ahí, el programa creció constantemente hasta incluir reuniones y talleres en todo Senegal, junto con iniciativas de cooperación en otros países del Sahel. El CRSD se basó en la experiencia adquirida en iniciativas religiosas de consolidación de la paz para comprender a la perfección el complejo panorama religioso de Senegal (a menudo enmascarado por un compromiso con la armonía). Las órdenes sufíes musulmanas ocuparon un lugar central, pero los líderes cristianos formaron parte del esfuerzo desde el principio.
El CRSD es hoy una plataforma interreligiosa bien establecida, organizada como organización no gubernamental formal, cuya utilidad es reconocida por el gobierno senegalés, en particular por el Ministerio de Sanidad, pero también por ministerios sectoriales, como el de la Mujer y el de Educación. El reconocimiento explícito por parte de las autoridades sanitarias del impacto de las intervenciones de CRSD subraya la importancia de implicar a los líderes religiosos en los programas sanitarios.
Senegal ha avanzado notablemente en su objetivo nacional de aumentar el uso de anticonceptivos modernos y, a través de numerosos vínculos, reducir la mortalidad infantil y materna. Sin embargo, aún queda mucho para que Senegal alcance sus objetivos. Los programas se vieron frenados por las emergencias de COVID-19, aunque el CRSD fue una de las instituciones senegalesas que apoyaron la respuesta del gobierno a COVID-19, que tuvo un éxito notable. Es casi imposible cuantificar el impacto total de las contribuciones religiosas, pero las medidas cualitativas y cuantitativas proporcionan pruebas de que estas contribuciones son y siguen siendo sustanciales.
¿Qué lecciones se pueden extraer de esta experiencia? ¿Qué les espera a Senegal y a otros países de la región? La experiencia compartida y el firme compromiso de los muy diferentes líderes de trabajar juntos han sido fundamentales para el éxito del esfuerzo. Un enfoque deliberadamente mesurado, paso a paso, ayudó a generar confianza entre los actores.
El diálogo intensivo entre los líderes religiosos implicados en el CRSD ha sido una característica esencial. Al principio, algunos miembros del CRSD se opusieron activamente o mantuvieron posturas neutrales sobre la planificación familiar, vista y argumentada desde un ángulo religioso. Un análisis religioso bastante reñido (que dio lugar al argumentaire) reunió a los miembros y proporcionó una base sólida para seguir debatiendo temas polémicos, como los enfoques sobre los jóvenes solteros y la forma de abordar la desinformación bastante extendida que circula sobre la planificación familiar. El consenso esencial de que la religión, en particular el Islam, apoya la planificación familiar entre las parejas casadas mediante el espaciamiento de los nacimientos ha sido y sigue siendo una base para la acción. Existe un pleno consenso y compromiso con el programa y sus características fundamentales entre todos los miembros del CRSD.
Este diálogo dentro de los círculos religiosos debe ir más allá de ellos, y especialmente llegar a los líderes políticos y administrativos, si se quiere avanzar en los profundos cambios sociales y de comportamiento que pueden hacer avanzar a Senegal en direcciones positivas. Son necesarios el diálogo y la cooperación entre los responsables políticos, el mundo de la ciencia y los actores religiosos. Para ello, es necesario que las autoridades administrativas y sanitarias tomen conciencia del papel fundamental que desempeñan las creencias religiosas y el liderazgo en el proceso de transformaciones sociales, si se quiere que las poblaciones adopten comportamientos favorables a la mejora de su salud. Las amplias implicaciones de este diálogo y cooperación se pusieron de manifiesto al principio de la pandemia de COVID-19, cuando el CRSD promovió tanto la vacunación contra COVID-19 como parte de los servicios de salud reproductiva, como la defensa de la acción de las autoridades religiosas (visitas a los califas de diferentes órdenes sufíes, asociaciones religiosas e iglesias). Su voz ayudó a cambiar el comportamiento de las poblaciones, que tienen en estima a estos líderes.
Un reto importante y continuo es la juventud. Los defensores de la planificación familiar tienden a centrarse en los jóvenes, muchos de los cuales aún no se han casado, por la razón obvia de que, en las sociedades actuales, suelen ser sexualmente activos. El CRSD se tomó un tiempo para reflexionar antes de comprometerse directamente con este reto, adoptando un enfoque comedido antes de actuar en un tema especialmente delicado que suscitó acalorados debates. Los líderes religiosos son perfectamente conscientes de que los jóvenes se centran en cuestiones de salud y de que su futuro y el de la sociedad están en juego. Si los líderes religiosos se mostraron reacios a participar en el debate sobre la prestación de servicios de planificación familiar a los jóvenes, no fue porque se negaran a ello. Más bien, era imperativo definir un enfoque religioso de la cuestión. Tras muchas reflexiones y amplias consultas, el CRSD decidió elaborar un argumento religioso sobre la promoción de la salud de los adolescentes y los jóvenes.
Para alcanzar los objetivos nacionales y regionales de planificación familiar, el reto fundamental es una acción que no pretenda cambiar el comportamiento (lo que parece bastante pretencioso), sino transformar las normas sociales y los estándares implícitos que pueden obstaculizar el progreso. Primero hay que entender y respetar estas normas, y después “colaborar con las comunidades para hacerlas evolucionar”[1] El término “colaborar” es el quid. Las normas han surgido dentro de las comunidades, en un contexto específico, para regular la vida social. Resulta problemático intentar cambiarlas sin la participación y el acuerdo de las comunidades. Mediante la negociación y el diálogo con los miembros influyentes de la comunidad (líderes religiosos, jefes consuetudinarios, líderes de opinión, etc.), el cambio significativo puede encontrar un auténtico acuerdo.
Los términos utilizados en esta defensa son muy importantes. Mensajes como “La planificación familiar, mediante el espaciamiento de los nacimientos, puede ayudar a reducir la mortalidad materna e infantil” y “El islam y el cristianismo consideran sagrada la vida humana” pueden ser persuasivos en la defensa religiosa de la planificación familiar. Se pueden rechazar ideas importantes cuando se utiliza una terminología que ofende la sensibilidad de las comunidades destinatarias. Los agentes religiosos, encargados de la promoción, pueden utilizar el lenguaje apropiado para convencer a la gente de los beneficios del cambio de comportamiento.
La experiencia del CRSD ofrece importantes enseñanzas. Algunas lecciones son sencillas: respeto por los planteamientos distintivos de las distintas comunidades, evitar las trampas de los estereotipos y las ideas preconcebidas, y una sabia combinación de paciencia e impulso hacia delante. Menos evidentes son la importancia práctica de prestar atención a las diversas opiniones religiosas, los cuidadosos procesos necesarios para traducir en estrategias operativas la amplia disposición de los funcionarios del gobierno a comprometerse con poderosas figuras religiosas, y las ventajas de vincular los enfoques descendentes con los más ascendentes. El proceso de aprendizaje dista mucho de haberse completado, pero subraya la importancia del compromiso religioso estratégico: estratégico en cuanto a la adaptación de los enfoques al contexto local, religioso en cuanto al reconocimiento de por qué las diversas ideas y personas religiosas desempeñaron papeles esenciales, y compromiso en cuanto a un compromiso respetuoso y activo de trabajar juntos.
[1] Prof. Sylvain Landry Birane Faye, “Explore and Understand Contraceptive Standards in Africa: una perspectiva antropológica