De Felice Apter, Amanda Glassman, Janeen Madan Keller y Rachel Silverman
Esta nota destaca tres cuestiones para el movimiento mundial de PF después de 2020, basándose en el compromiso del CGD en este espacio, incluido nuestro grupo de trabajo sobre la alineación en la planificación familiar. Revisamos los supuestos críticos subyacentes en el diseño inicial de FP2020, junto con sus puntos fuertes y débiles, y situamos los enfoques futuros en el contexto de la evolución del panorama actual, que es muy diferente del año 2012, cuando se lanzó FP2020.
Flashback a 2012: El pasado como prólogo
Planificación Familiar 2020 (FP2020) se lanzó a bombo y platillo en la Cumbre de Londres en julio de 2012. Se trataba de un plan ambicioso con un objetivo ambicioso: 120 millones de usuarios adicionales de servicios voluntarios de PF de alta calidad para 2020. Y, de hecho, el colectivo FP2020 de gobiernos nacionales y socios donantes ha formado parte del esfuerzo mundial para ampliar el acceso a la PF en 69 de los países más pobres del mundo; en comparación con 2012, 46 millones más de mujeres y niñas utilizan métodos anticonceptivos modernos. Además, FP2020 y sus socios han ampliado la recopilación y el análisis de datos. El aprendizaje compartido y la acción colectiva también se han materializado a través de compromisos regionales como la Asociación de Uagadugú. La Asociación superó su objetivo inicial de apoyar a un millón de usuarios adicionales, un aumento de más del 30%, gracias a un plan coordinado para abordar las leyes y normativas nacionales, el mapeo de las necesidades a nivel local, la programación mediante prácticas de alto impacto (HIPS) y el aumento de la financiación.
Casi una década después, es un buen momento para reflexionar sobre las lecciones del pasado y planificar constructivamente lo que viene. En un momento en el que muchos países de FP2020 están experimentando grandes aumentos en el número de personas que entran en edad reproductiva, ampliar el acceso a servicios de PF de calidad es más importante que nunca para las mujeres, las familias, las comunidades y las naciones en su lucha por alcanzar los objetivos tanto de salud como de desarrollo.
En comparación con 2012, cuando la financiación crecía, el mundo actual se caracteriza por el estancamiento de la financiación de los donantes, incluso mientras múltiples entidades de salud mundial tratan de reponer fondos. A esta complejidad se suma el entorno político cambiante de los donantes y la evolución de las estrategias de los donantes centradas en la transición desde la ayuda, incluido el enfoque de autosuficiencia de USAID. Paralelamente, el impulso global hacia la cobertura sanitaria universal (CSU) ha elevado los enfoques holísticos de la financiación sanitaria, sustituyendo potencialmente la organización vertical por programas específicos de condiciones o intervenciones, incluidos los de planificación familiar. En muchos países también existe un fuerte movimiento para descentralizar la toma de decisiones hacia entidades subnacionales. Por último, la introducción y evolución de una nueva institución de financiación multilateral -el Mecanismo Mundial de Financiación (FMF)- añade otra dimensión de complejidad.
La estrategia y el diseño iniciales de la Asociación FP2020 se basaban en una teoría del cambio que reflejaba el entorno de 2012 y que ya no es adecuada para su propósito. En concreto, identificamos y examinamos retrospectivamente tres supuestos que sustentaban la estrategia de FP2020 en 2012:
- Se necesitarían más fondos nacionales y de donantes para la PF;
- Una asociación coordinada mejoraría la rendición de cuentas sobre los avances; y
- Armonizar y alinear los esfuerzos de los PM permitiría lograr una mayor eficiencia.
En la siguiente sección, repasamos estos tres supuestos tal y como se han experimentado desde 2012, incluidos los puntos fuertes, las limitaciones, los aprendizajes y las oportunidades futuras. Nuestro análisis nos lleva a tres conclusiones generales que pueden ayudar a orientar la próxima fase de la acción internacional en materia de PF: (1) es necesario un nuevo paradigma de movilización de recursos; (2) la rendición de cuentas requiere un mandato claro; la rendición de cuentas y la promoción pueden no ser compatibles; y (3) ¿ha llegado el momento de alinearse en torno a un enfoque integrado de financiación sanitaria, sin dejar de centrarse en la rendición de cuentas?