En medio de los compromisos mundiales para derrotar, o al menos minimizar, los efectos generalizados de la pandemia COVID-19, el impacto en el continente africano sigue sin estar claro. Los gobiernos africanos han actuado con rapidez para movilizar recursos y reforzar sus capacidades de preparación y respuesta ante emergencias.
Pero hay que prestar especial atención a los miembros más vulnerables de la población. Hay debates en curso sobre cuestiones sanitarias urgentes, incluida la salud de la mujer.
Más de dos tercios de las muertes maternas del mundo se producen en el África subsahariana. La principal causa de mortalidad materna es el acceso inadecuado a una atención de calidad durante el embarazo o el parto o después del nacimiento.
El mundo se ha comprometido a mejorar la salud materna mediante una atención de calidad. Pero el uso de los servicios de salud materna en el África subsahariana sigue siendo bajo. Más de cuatro quintas partes de todas las muertes maternas están directamente relacionadas con unos servicios de maternidad deficientes e inadecuados durante el embarazo y el parto y seis semanas después del nacimiento.
COVID-19 y las medidas puestas en marcha para frenar su propagación pueden empeorar el ya de por sí deficiente acceso a servicios de salud materna de calidad en algunas partes del continente. Por ejemplo, las estrategias de mitigación de la transmisión en curso, como el bloqueo y los toques de queda, pueden intensificar las nefastas consecuencias provocadas por la falta de acceso a servicios sanitarios de calidad y por los problemas de salud materna preexistentes. Y los sistemas sanitarios en dificultades pueden carecer de la capacidad y el espacio adecuados para atender estas necesidades sanitarias rutinarias.