Para las mujeres de Sierra Leona, mi país natal, quedarse embarazada puede ser una sentencia de muerte.
Una de cada 17 madres de Sierra Leona corre el riesgo de morir de por vida por problemas relacionados con el parto, una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo.
Fui reasentada en Australia como refugiada en 2000 y di a luz a mi hija, Sarafina, hace cinco años. Fue un trabajo arduo; si hubiera seguido viviendo en Sierra Leona, es muy probable que ni mi hija ni yo hubiéramos sobrevivido.
El pasado mes de septiembre viajé a mi país natal para conocer de cerca el estado de la sanidad femenina en el país y reunirme con algunas madres jóvenes. Allí conocí a mujeres que me hicieron sentir humilde y, como madre que soy, sus historias me rompieron el corazón.
Zainab Benjeh fue la primera paciente que conocimos en el Aberdeen Women Centre (AWC): la estaban preparando para una operación de fístula al día siguiente.
Preguntamos a Zainab cómo llegó a tener fístula, que es un orificio entre la vagina y el recto, causado en muchos casos por un parto obstruido y prolongado.
Empezó a explicar, tumbada en la cama y llorando, con la voz quebrada.
Cuando Zainab se puso de parto, su familia no podía permitirse llevarla al hospital. Su pueblo tardó tres días en reunir el dinero. Su familia tuvo que conseguir que alguien con una moto comprara gasolina para llevarla a la ambulancia, y que ésta la recogiera y la llevara al hospital. Para entonces, ya se le había formado una fístula.
Le pregunté por qué estaba tan triste y cómo se sentía desde que desarrolló la fístula. Dijo que lo que más echaba de menos era su familia y su comunidad.
“Nadie quiere comer cuando cocino”, dice.
“Mi marido se ha ido de casa, porque huelo mal, nadie se acerca a mí, estoy sola”.
Por primera vez en mi vida, comprendí lo que significa realmente perder la dignidad: Zainab lloraba y lloraba.
Al ver a Zainab tan avergonzada por lo que esta enfermedad le ha hecho, sentí cada parte de su dolor. Era tan angustioso ver a esta mujer desmoronarse.
Mi propia experiencia personal del parto, unida a la constatación de lo afortunada que fui por tener acceso a una atención sanitaria materna de calidad, me motivó a crear una fundación que pretende mejorar los servicios disponibles para las mujeres embarazadas de Sierra Leona como Zainab, así como para las madres jóvenes y sus bebés.
En 2016, mi organización comenzó a operar asociándose con el AWC en la capital, Freetown.
Apoyamos a un grupo de chicas adolescentes que se quedaron embarazadas mientras estaban en cuarentena durante la crisis del ébola y están inscritas en un programa conocido como Dream Team.
El centro pretende capacitar y educar a estas adolescentes vulnerables mediante un paquete de educación maternal que ofrece clases prenatales y postnatales, y permite a estas jóvenes tomar decisiones informadas y estar preparadas para el parto y la maternidad.
Sobrevivió meses como esclava sexual y escapó a Australia como refugiada. Aminata Conteh-Biger no puede cambiar el pasado, pero ahora está dispuesta a ayudar al futuro de su patria, que se ha convertido en el lugar más peligroso del mundo para dar a luz.
Otro componente -y la razón del nombre del programa- es que se anima a estas niñas a soñar con su futuro, y que ser madre a una edad tan temprana no tiene por qué definir su futuro.
El 90% de los centros sanitarios del país están en la capital, y fui testigo directo de las graves consecuencias que esto tiene en las zonas rurales. Las pocas clínicas que aún existen no tienen ni el equipamiento necesario ni acceso a los medicamentos para sus pacientes, mientras que otras fueron desechadas tras ser utilizadas como centros de cuarentena del ébola.
Las lesiones maternas en el parto, especialmente la fístula, son frecuentes en las zonas regionales. Sin tratamiento, las mujeres corren un gran riesgo de infección o algo peor y se convierten en parias sociales entre sus familias y amigos.
El AWC es el único centro del país que ofrece cirugía gratuita de la fístula y realiza más de 1.100 operaciones al año a un coste de más de 1.225 dólares australianos cada una.
Pero hay miles de mujeres que no tienen acceso al tratamiento, muchas debido únicamente a la falta de transporte a Freetown.
Dentro de cinco años, planeo que mi fundación construya una instalación similar al AWC en una zona regional, que pueda aumentar los recursos y capacitar a las comunidades mediante la educación de las jóvenes y las mujeres en materia de salud materna.
Mi ambición es ver a las mujeres de Sierra Leona experimentar la alegría del nacimiento y vivir la vida al máximo.
Todo bebé merece nacer sano y en un entorno estable, independientemente de su país de nacimiento.
La asistencia sanitaria debe ser accesible y asequible para todas las mujeres, no sólo para unas pocas privilegiadas. La mortalidad materna se puede prevenir: si las personas colaboran, se puede acabar con ella.
Aminata Conteh-Biger es defensora de la salud materna y fundadora de la Fundación Maternal Aminata.