La Cumbre de Londres sobre Planificación Familiar de 2012 no solo marcó la revitalización de la planificación familiar como
un componente esencial de la agenda mundial de desarrollo; también fue un momento histórico de solidaridad entre muchos que querían -y siguen queriendo- que las mujeres y niñas del Sur disfruten del mismo derecho y libertad para decidir si quieren tener hijos, cuándo y con qué frecuencia, que las que viven en países con un acceso más fácil a los servicios de salud sexual y reproductiva. La Cumbre consolidó los acuerdos de que ya no bastaría con seguir como hasta ahora, sino que pedía un enfoque basado en pruebas para comprender y satisfacer las necesidades de los adolescentes y los jóvenes, implicar a los líderes de los países en el trabajo y garantizar la medición y la rendición de cuentas; también llamó la atención sobre la importancia de cómo se prestan los programas y los servicios.