Mbencho Andrew Millan, Grupo de Referencia FP2020, Joven Delegado
Los niños de las regiones anglófonas del Noroeste y Suroeste de Camerún llevan tres años sin ir a la escuela debido a los combates entre grupos separatistas armados y el gobierno. La situación ha obligado a millones de personas a huir de sus hogares y convertirse en desplazados internos o refugiados por tiempo indefinido. En junio, UNICEF informó de que alrededor del 80% de las escuelas estaban cerradas, 74 destruidas y 650.000 niños afectados por la prohibición escolar impuesta por los grupos separatistas.
El conflicto ha provocado el colapso del sistema sanitario. Las complicaciones de salud materna son ya una de las principales causas de muerte de las adolescentes menores de 15 años en los países en desarrollo, y a medida que la situación en estas regiones sigue deteriorándose, se añade otro bloqueo para las mujeres que intentan tomar sus propias decisiones en materia de salud reproductiva. Para muchas niñas desplazadas en conflictos, se ven abocadas a una situación en la que muy poco está bajo su control: decisiones como dónde viven, cuándo y qué comen, si pueden seguir yendo a la escuela, etc., a menudo vienen dictadas por sus circunstancias. Sin anticonceptivos, una de las decisiones más importantes que pueden tomar -tener o no hijos- también se les escapa de las manos.
Es trágico que las mujeres y niñas desplazadas corran un mayor riesgo de sufrir violencia sexual. Imagínese que, tras sufrir un trauma a manos de otro refugiado o de las fuerzas armadas, una joven se encuentra con un embarazo no deseado o no deseado. Lamentablemente, esa es la realidad de algunas mujeres y niñas. Con demasiada frecuencia, se autoinducirán abortos o los practicarán en condiciones de riesgo, lo que representa entre el 25% y el 50% de las muertes maternas en poblaciones en conflicto, según el UNFPA.
Entonces, ¿qué puede ayudar en una situación en la que las mujeres y las niñas se enfrentan a tal falta de control? Una opción importante es generalizar el acceso a la anticoncepción voluntaria. Debemos poner al menos esta decisión -la de tener o no un hijo- en sus manos.
Es un hecho innegable que las relaciones sexuales y los embarazos no cesan durante las situaciones de crisis, por grave que sea el contexto. El acceso a la planificación familiar en un contexto de crisis salva vidas al igual que la comida, el refugio, el agua potable y la ayuda médica, y es muy factible de llevar a cabo. Sin embargo, los servicios de planificación familiar y salud reproductiva han seguido estando drásticamente infrafinanciados en las regiones en crisis. Las jóvenes se quedan sin elección. Si pudieran elegir, seguirían estudiando, capacitándose y labrándose un futuro brillante como sus homólogos de otras regiones del país. Debemos movilizar la voluntad política para satisfacer las necesidades y los derechos en materia de salud sexual y reproductiva de todas las personas afectadas por la crisis y el conflicto en las regiones noroeste y suroeste de Camerún. Si no lo hacemos, las consecuencias serán nefastas y resonarán durante generaciones.